Las instituciones, el entorno macroeconómico, la eficiencia del mercado de trabajo, el desarrollo del mercado financiero y la innovación son los cinco componentes que más lastran la competitividad en España, según se desprende de la información contenida en el informe de competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que en fechas recientes ha publicado los resultados de la edición 2017-2018. Por el contrario, las infraestructuras, la salud, la educación elemental y la preparación tecnológica están entre los componentes que mejor pueden potenciar nuestra economía en los próximos años.

El informe del WEF sobre el Índice de Competitividad se basa en tres índices, compuestos por 12 pilares de competitividad que a su vez desarrollan múltiples capítulos de primer y segundo nivel. De la computación de todos ellos surge una posición en el ranking global de competitividad. En esta ocasión, la institución sitúa a nuestro país en el puesto 34, lo que supone un importante descenso desde el 32 en que lo situó el informe anterior.

El primer índice, titulado «Requisitos básicos», es en el que España obtiene mejor puntuación, un 5,2 sobre 7 (máximo), frente a los 4,8 puntos que obtiene en los «Potenciadores de la eficiencia» y los 4,2 en los «Factores de innovación y sofisticación». Sin embargo, con respecto al ranking global, es en el segundo bloque donde la economía española más destaca, ya que solo en este apartado obtiene la posición 30, frente a la 33 en el caso del primer índice y la 38 del tercero.

Además de la comprobación de todos estos índices y sus capítulos, resulta muy interesante el cuadro sobre los principales factores que juegan en contra de la competitividad. En el caso de nuestro país, el principal problema para hacer negocios es la ineficiencia de la burocracia gubernamental, seguida muy de cerca por los impuestos. También aparecen en los primeros puestos de esta tabla factores como la regulación del mercado de trabajo, la insuficiente capacidad para innovar y el acceso a la financiación. Otros aspectos como la inestabilidad política, la inadecuación de la fuerza de trabajo o la corrupción también ocupan su espacio en esta tabla de factores limitantes, pero no están en los primeros puestos de la tabla.

Con respecto a los principales valores de la economía española, cabe mencionar lo siguiente:

  1. En Infraestructuras ocupa el puesto 12 de las 137 economías evaluadas, si bien el principal factor de competitividad, el transporte, experimenta una tendencia negativa en los últimos años. Si nos centramos solo en sectores tan estratégico como electricidad y telecomunicaciones, la posición es algo menos destacada sin dejar de ser razonablemente buena: 22.
  2. En Sanidad la puntuación no admite réplica: el máximo (7) con carácter sostenido e inmutable en los últimos años. Y atención: obtenemos la cuarta posición a nivel global en cuanto a la esperanza de vida (83,4 años), solo superados por Hong Kong (84,3), Japón (83,8) e Italia (83,5). Orientales y mediterráneos nos podemos felicitar por estos datos. Algo estaremos haciendo bien.
  3. En Educación, aunque obtenga en el global una de las mejores puntuación del ecosistema productivo español, no se puede pasar por alto que todavía estamos en el puesto 47 de la tabla; aunque la tendencia de los últimos años es sin duda positiva.
  4. Respecto a la Preparación Tecnológica, nuestro mayor impulso procede de una realidad abordada en múltiples ocasiones: el consumidor español está conectado, y además lo está cada vez más. Eso sí, una cosa es lo que haga el consumidor, y otra la realidad empresarial, que se muestra algo rezagada en la incorporación y adopción de nuevas tecnologías. Y ojo porque aquí la tendencia es negativa.

En cuanto a los componentes en los que España sale peor parado, también se pueden establecer algunas anotaciones:

  1. Estrepitoso fracaso en Innovación, con algunos capítulos como la obtención de tecnologías avanzadas por parte de los poderes públicos, que nos llevan a obtener una vergonzosa posición de 86 sobre 137 economías evaluadas. Donde mejor parados salimos en este aspecto es en las patentes, donde España ocupa el puesto 25, con una evolución irregular en los últimos años.
  2. En el apartado institucional, el bofetón en el capítulo de ética y corrupción es insoslayable: el WEF otorga a España el  puesto 76 a nivel mundial. En ese sentido no extraña que ocupemos el puesto 65 en cuanto a tráfico de influencias. Pero peor es aún el capítulo del funcionamiento del sector público: puesto número 80.
  3. En cuanto al entorno macroeconómico tampoco son halagüeñas las noticias. De hecho, es el apartado donde España ocupa una peor posición (90), con capítulos como la deuda pública, que escala al 122% del Producto Interior Bruto y que nos sitúa en el furgón de cola de la competitividad mundial: puesto 122 de 137.
  4. En cuanto al mercado laboral, España también ocupa las últimas posiciones en lo tocante a prácticas de contratación y despido (puesto 115), o el efecto fiscal sobre los incentivos para trabajar (puesto 99). De hecho, el puesto más alto en esta materia corresponde al uso eficiente del talento, y solo nos da para una humilde posición de 60 sobre 137.

El informe del Foro Económico Mundial merece una lectura bien a fondo, no solo para comprender la realidad nacional, sino también para entender los inputs que juegan a favor de la competitividad en todo el mundo, e incluso para detectar con ello oportunidades de mercado y de inversión para los próximos años.

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