Si dijéramos, como el histórico ejecutivo Jack Welch, que «si no tienes una ventaja competitiva, no compitas», ¿pensaríamos que esa frase es más propia de un hombre o de una mujer? Y si dijéramos, como una de las enseñanzas Zen Shin, que una flor no compite con la que tiene al lado, sino que simplemente florece, ¿sería una frase más propia de hombre o de mujer?
Prejuicios aparte, una reciente investigación de la reconocida Escuela de Negocios de Londres ha concluido que los pensamientos que podamos tener a priori al respecto son correctos. Pero no por una cuestión de fortalezas o sensibilidades (de ahí que sea relevante reseñar lo de «prejuicios aparte»), sino por las respuestas proporcionadas por un grupo de estudio para determinar las afinidades por géneros con los conceptos de competencia y competitividad.
La conclusión general de la investigación es que los hombres son más propensos que las mujeres a encontrar factores positivos en el hecho de competir, en el sentido de que competir tiene un mejor impacto sobre las actividades y el desempeño profesional. Lo interesante del estudio es que no se detiene a identificar cuáles son los motivos de estas diferencias. Lo más relevante es el método utilizado para identificar la filiación o no de hombres y mujeres en relación con lo que significa el hecho de competir.
Los autores de la Business London School plantearon cuestiones abiertas a 119 mujeres y 111 hombres acerca de la competencia, pidiéndoles que describieran sus aspectos positivos y negativos. Posteriormente, condensaron todas las respuestas en tres grupos de temas recurrentes, que desarrollaron mínimamente en formulaciones que inciden sobre cada uno de esos aspectos positivos y negativos. Ffinalmente pidieron a un grupo de 2.331 personas (49% mujeres y 51% hombres), que respondieran a esas preguntas en una escala de 1 a 7, siendo 1 total desacuerdo, 7 total acuerdo y 4 ni acuerdo ni desacuerdo.
Como resultado de esta encuesta, se encontró que 6 de cada 10 mujeres (63%) estaban menos convencidas que la media de los hombres acerca del buen impacto de la competitividad en el rendimiento, el desarrollo del carácter y la generación de soluciones innovadoras. Aun sin unas diferencias sólidas en cuanto a género, los datos parecen apuntar que los hombres ven más aspectos positivos en el hecho de competir.
Los investigadores decidieron apretar las tuercas al estudio y añadieron un vector: se invitó a los encuestados a participar en un estudio a cambio de obtener un bono. Para hacerlo, tendrían que elegir si ese bono se basaría en un desempeño competitivo, es decir frente a los demás; o en un desempeño absoluto, es decir, independiente de los demás. Para entendernos: una ventaja competitiva o… una flor que florece sin competir con otra flor. ¿Qué colectivo optó en mayor número por la primera modalidad? Efectivamente, los hombres decidieron en un 36%, por un 21% de las mujeres, que ese bono debería tener una base competitiva. Lo que según las conclusiones de los autores del estudio es coherente: si los hombres ven de media más beneficios en competir, también es lógico que de media prefieran opciones competitivas.
«Nuestros hallazgos -expone uno de los autores, el profesor asociado de comportamiento organizacional Selin Kesebir- también apuntan a una serie de preguntas para futuros estudios. ¿Cómo llegan las personas a sus creencias sobre la competitividad? ¿Se transmiten a través de compañeros, de padres, de escuelas o de la cultura popular? ¿La experiencia temprana en deportes competitivos inculca creencias más positivas sobre la competencia? ¿Son las mujeres más pesimistas sobre el lado positivo de la competencia porque de hecho experimentan la competencia de manera diferente? Comprender estos factores desencadenantes puede ayudarnos a diseñar mensajes más efectivos en torno a la competencia«.
En todo caso, de lo que sí estamos seguros en BRAINTRUST es de que sin inteligencia, no hay competencia que valga la pena. Por eso amamos la inteligencia competitiva. Y por eso embarcamos por igual a hombres y mujeres en nuestros proyectos. Para obtener la mejor visión de cada uno sobre el hecho de competir, consustancial al mercado.
Por cierto, no es la primera vez que se abordan estudios que cruzan competitividad y género. El post en HBR donde Kesebir expone su investigación, cita varios documentos muy detallados al respecto, como este del Quarterly Journal of Economics de Oxford, este otro del American Journal of Political Science, o este otro del National Bureau of Economic Research (NBER) de EEUU.
Imagen de Kerri Shaver en Unsplash